Biografía
Rosendo Abel Agramonte Herrera nació en el pintoresco entorno de Camagüey, Cuba, en 1971. Desde sus primeros años mostró una inclinación natural hacia el arte, dedicándose al garabato, el dibujo y la pintura desde los 4 o 5 años. La educación artística fue fundamentalmente autodidacta, desarrollando su talento de forma intuitiva y apasionada.
Para Rosendo el arte no era sólo una actividad creativa sino una necesidad vital que le proporcionaba alegría, disfrute y un constante crecimiento espiritual e intelectual. Él mismo está convencido de que estaba destinado a ser un artista desde el vientre de su madre, dotado por la gracia divina de un talento innato.
Su trayectoria artística comenzó en su ciudad natal de Camagüey, donde comenzó a estudiar y copiar a los grandes maestros de la pintura. Le atraían especialmente los paisajes y los retratos, fascinado por su belleza y profundidad de expresión. Rosendo creó numerosas obras en este estilo, algunas observadas directamente del natural, otras copiadas y algunas de de su propia creación.
A medida que avanzaba la década de 1990, Rosendo sintió la necesidad de explorar nuevas tendencias y formas de expresión artística, lo que lo llevó a incursionar en el arte contemporáneo y moderno, donde experimentó con el simbolismo, la abstracción figurativa y la conceptualización.
En 2004, Rosendo decidió llevar su arte más allá de las fronteras de su tierra natal y viajó a Europa, específicamente a Suiza, donde realizó varias exposiciones que marcaron el inicio de una serie de viajes y exposiciones por todo el mundo. Desde entonces, ha expuesto su obra en Francia, España, Rusia, Canadá, Estados Unidos y otros países, acumulando más de 35 exposiciones en su carrera.
Con más de 3200 piezas entre pinturas, dibujos y estudios, Rosendo ha cautivado a coleccionistas y amantes del arte de todo el mundo. Para él, crear arte es una actividad que nutre su espíritu y su alma, fortaleciéndolo y sanándolo con cada pincelada. Cada obra que produce lleva consigo una parte de su sinceridad y sentimiento, transmitiendo una parte auténtica de su ser en cada lienzo o soporte en el que interviene.
El arte da la posibilidad de poder vivir en otra dimensión, oxigenando la propia vida.
Una obra de arte impregna a quien la adquiere, ya que toca el alma de la persona, embellece su entorno y dialoga consigo mismo.
Contacto para comisiones
Una obra de arte es parte del sentimiento de su creador; ahí radica su valor y conexión.